Reconocer es sinónimo de intención de corregir el error. Pero reconocer cada vez es sinónimo de incapacidad o decisión de no hacer nada pa...
Reconocer es sinónimo de intención de corregir el error. Pero reconocer cada vez es sinónimo de incapacidad o decisión de no hacer nada para acabar con ese error, que con el tiempo deja de ser tal para convertirse en una actitud dolosa. La primera vez que habló sobre el narcotráfico sonó creíble el ahora candidato presidencial del MAS y presidente del país, Evo Morales Ayma; la segunda vez, ya despertó dudas; la tercera, ¡glup, bueno!
A este “reconocimiento” del candidato presidencial masista se suman algunos datos por demás coincidentes tanto a nivel interno como externo.
No vamos a tomar en cuenta la publicación de la revista Veja del Brasil por falta de seriedad en la redacción de la nota difundida hace un mes, sin embargo, lo vamos a mencionar para contextualizar con la otra nota publicada por el periódico El Universal de México respecto a que Bolivia se constituyó en un proveedor de cocaína de los cárteles mexicanos, aunque el gobierno del MAS dice que no. Agreguemos también la declaración de la Canciller colombiana sobre la presencia de cárteles en Bolivia, a quien, el ministro más fiel de Evo Morales lo mandó por un tubo sólo por esa declaración.
A estos datos, aparentemente descabellados, se suma el reciente informe de Estados Unidos que ratificó, de un modo u otro, las versiones que circulan en el ámbito internacional: “Bolivia es el segundo productor mundial (por tanto proveedor) de cocaína”. Dejó atrás a Colombia y sólo es superado por Perú. No es un laurel para enorgullecerse.
Por si fuera poco, hace tiempo la ONU alertó que el 93 por ciento de la hoja de coca del Chapare, es decir nueve hojas de cada 10 se van al mercado ilegal (por no decir narcotráfico), e informó que en el país hay más de 30 mil hectáreas. El mismo Morales, de un modo u otro, lo reconoció y alertó de esta realidad a sus bases. La cifra de más de 30.000 hectáreas es ratificada por el gobierno de Estados Unidos, al que el gobierno de Morales lo sataniza cada vez que se conocen datos de este tipo.
Recientemente, una investigación del Centro Latinoamericano de Investigación (CELIN) certificó que el país apenas requiere alrededor de 8.000 hectáreas para el consumo tradicional (acullicu y uso medicinal) de la hoja de coca. Según la Ley 1008, que todavía rige, en el país debiera haber apenas 12.000 hectáreas, pero hay más de 30 mil. Para certificar la cifra legal exacta que requiere Bolivia, la comunidad internacional financió un estudio de la coca; diversas fuentes vinculas a los organismos internacionales y al propio gobierno revelaron que la investigación dio como resultado menos de 10 mil hectáreas. Pero el gobierno, usando diversas excusas, se niega a publicar hasta la fecha los resultados de ese estudio pese a que ya fue urgido por la comunidad internacional.
A estos datos se suma el hecho de que el candidato presidencial del MAS y presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, es presidente de las federaciones cocaleras del trópico cochabambino, cuya producción de coca, precisamente, en más del 90 por ciento se va al mercado ilegal.
En otras palabras, el presidente del Estado Plurinacional reconoce que el narcotráfico es un problema para el gobierno de Bolivia, pero el presidente de las federaciones cocaleras, que es la misma persona, defiende la producción de sus bases, cuyo destino principal es el mercado ilegal. ¡Desdoblamiento metafísico!
Lo más lógico debiera ser: si nueve hojas de cada 10 se van al marcado ilegal, pues el gobierno de Morales debe erradicar esas nueve hojas. ¿Por qué no lo hace si sabe que esa coca no sirve para el uso tradicional ni medicinal? En el Chapare se consume la coca yungueña.
Si tú como ciudadano, sabes que las hojas de coca que producen tus hijos se van al narcotráfico, además te lo dijeron, te lo probaron, ¿seguirías fomentando la producción de esa hoja de coca? Y si lo siguieras haciendo, ¿estarías cometiendo un delito? Y si no lo haces, ¿por qué decidiste no hacerlo? ¿te beneficia? ¿cuánto?
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